La fama literaria no visita a Jane Austen hasta dos años antes de su muerte


En 1815 el anonimato de Jane Austen por fin comenzaba a resquebrajarse dejando paso a una mínima celebridad. Un buen número de gente conocía ya el nombre de la autora de Orgullo y prejuicio y Mansfield Park. Al principio solo se había explicado la verdad a unos cuantos allegados, tras lo cual no cabe sorprenderse de que el número de enterados fuera aumentando poco a poco. Henry Austen, rebosante de alegría y orgullo fraternal, fue incapaz de mantener la discreción pese a que se lo aconsejaron más de una vez.

Todos los datos apuntan a que Jane Austen disfrutó de la fama. Y de la recompensa económica que la acompañaba. Mansfield Park, pese a su discreta acogida, se agotó; Orgullo y prejuicio, la eterna favorita, iba por la tercera edición y Sentido y sensibilidad por la segunda. Tenía admiradores por todas partes, incluido el Príncipe Regente, que hizo saber que consideraría un honor que Jane Austen le dedicara su siguiente libro. Emma se publicó en 1816, una vez más de forma anónima, pero con la dedicatoria real:

A
SU ALTEZA REAL
EL PRÍNCIPE REGENTE

ESTA OBRA ESTÁ,
POR PERMISO DE SU ALTEZA REAL,
RESPETUOSAMENTE DEDICADA
POR LA SUMISA,
OBEDIENTE
Y HUMILDE SERVIDORA DE
SU ALTEZA REAL,
LA AUTORA.

Esta efusiva dedicatoria no fue idea de Jane Austen; la escritora tenía en mente algo mucho más sencillo, pero le aconsejaron que usara la forma correcta, que no tenía opción. Más aún, las "sugerencias" reales debían tomarse tan en serio como las órdenes.


CAROL SHIELDS, Jane Austen, Mondadori, Barcelona, 2002, traducción de Cruz Rodríguez Juiz, págs. 181 y 182.