MIENTRAS EL ESCRITOR COMUNISTA TURCO Panait Istrati visitaba la Unión Soviética, a mediados de la década de los treinta, la época de las grandes purgas y los juicios farsa, un apologista soviético que intentaba convencerle de la necesidad de la violencia contra los enemigos citó el proverbio «No se puede hacer una tortilla sin romper los huevos», a lo que Istrati contestó: «Muy bien. Veo perfectamente los huevos rotos. Y ahora, ¿dónde está la tortilla?».
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EN UN CHISTE RUSO maravillosamente estúpido (¡y apolítico!) de la época de la Unión Soviética, encontramos a dos desconocidos sentados en el mismo vagón de tren. Tras un prolongado silencio, de repente uno se dirige al otro: «¿Alguna vez se ha follado a un perro?». Sorprendido, el otro contesta: «No, ¿y usted?». «Por supuesto que no. Es algo asqueroso. Sólo pretendía entablar conversación».
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DOS AMIGOS JUEGAN A ACERTARLE a una lata con una pelota. Después de repetidos chuts, uno de ellos dice: «¡Por todos los demonios, no hay manera de acertar!». Su amigo, que es un fanático religioso, comenta: «¡Cómo te atreves a hablar así! ¡Esto es una blasfemia! ¡Que Dios te lance un rayo como castigo!». Unos segundos después, cae un rayo, pero da en el fanático religioso, el cual, todavía temblando y medio muerto, levanta la mirada al cielo y pregunta: «¿Por qué has lanzado un rayo contra mí, Señor, y no contra el culpable?». Una voz profunda resuena desde lo alto: «¡Por todos los demonios, he fallado!».
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HAY UN CHISTE ACERCA DE UN COCINERO que se basa en la misma lógica: «He aquí un método mediante el cual cualquiera puede cocinar una buena sopa en una hora: hay que preparar todos los ingredientes, cortar las verduras, etc., hervir el agua, meter dentro los ingredientes, cocerlas durante media hora, removiendo de vez en cuando; al cabo de tres cuartos de hora, cuando descubres que la sopa es insípida e incomestible, la tiras, abres una buena lata de sopa, y rápidamente la calientas en el microondas. Así es como los humanos preparamos la sopa».
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ASÍ PUES, EL «POPULISMO» es por definición un fenómeno negativo, un fenómeno arraigado en un rechazo, incluso en una admisión implícita de impotencia. Todos conocemos el viejo chiste acerca de un tipo que ha perdido la llave y la busca debajo de una farola; cuando le preguntan dónde la ha perdido, admite que ha sido en un rincón sin luz. ¿Por qué la busca debajo de la farola, entonces? Porque la visibilidad es mucho mejor. En el populismo siempre hay algo parecido a este truco. Busca las causas de los problemas en los judíos, pues éstos son más visibles que los procesos sociales complejos.
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AUNQUE EL «SOCIALISMO REALMENTE EXISTENTE» es ya algo tan lejano que posee la magia nostálgica de un objeto perdido posmoderno, algunos todavía recordamos un conocido chiste anticomunista polaco de la época del «socialismo realmente existente»: «El socialismo es la síntesis de los más grandes logros de todos los modos de producción anteriores: de la sociedad tribal previa a las clases sociales toma el primitivismo; del modo asiático de producción toma el despotismo; de la antigüedad toma el esclavismo; del feudalismo toma la dominación social de los señores sobre los siervos; del capitalismo toma la explotación, y del socialismo toma el nombre».
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DURANTE DÉCADAS, UN CHISTE CLÁSICO ha circulado entre los lacanianos para ejemplificar el papel fundamental del conocimiento del Otro: a un hombre que cree ser un grano de maíz lo llevan a una institución mental donde los médicos hacen todo lo posible para convencerlo de que no es un grano de maíz, sino un hombre; sin embargo, cuando está curado (convencido de que ya no es un grano de maíz, sino un hombre) y le permiten salir del hospital, regresa de inmediato, temblando y muy asustado: delante de la puerta hay una gallina, y le da miedo que se lo coma. «Pero mi querido amigo», dice su médico, «sabe perfectamente que no es un grano de maíz, sino un hombre». «Claro que lo sé», contesta el paciente, «pero ¿lo sabe la gallina?».
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EN LOS PRIMEROS TIEMPOS de su gobierno, a Tony Blair le gustaba parafrasear el famoso chiste de La vida de Brian de los Monty Python («Muy bien, pero, aparte del alcantarillado, la medicina, la educación, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras, el sistema de agua potable y la sanidad pública, ¿qué han hecho los romanos por nosotros?») a fin de desarmar a sus críticos con ironía: «Ellos han traicionado el socialismo. Cierto, han traído más seguridad social, han mejorado mucho la asistencia sanitaria y la educación, etc., pero, a pesar de todo eso, han traicionado el socialismo».
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HAY UN CHISTE ISRAELÍ en el que Bill Clinton visita a Bibi Netanyahu: cuando Clinton ve un misterioso teléfono azul en el despacho de Bibi, le pregunta qué es, y Bibi le contesta que le permite comunicarse con el Altísimo en el cielo. A su regreso a los Estados Unidos, el envidioso Clinton exige que su servicio secreto le proporcione ese teléfono a cualquier precio. Se lo entregan a las dos semanas, y funciona, pero la factura es exorbitante: dos millones de dólares por hablar un minuto con el Altísimo en el cielo. Así que, furioso, Clinton llama a Bibi y se queja: «¿Cómo te puedes permitir ese teléfono, si ni siquiera nosotros, que te apoyamos económicamente, podemos hacerlo? ¿Así es como gastas nuestro dinero?». Bibi le contesta con mucha tranquilidad: «No, aquí no funciona así. Para nosotros, los judíos, esa llamada cuenta como local».
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LOS CHISTES ACERCA DEL PRESIDENTE CROATA Franjo Tudjman en general muestran una estructura de cierto interés para la teoría lacaniana. Por ejemplo: ¿por qué es imposible jugar al «escondite» con Tudjman? Porque si se escondiera, nadie se molestaría en buscarlo… He aquí una interesante cuestión libidinal que nos indica que esconderse sólo tiene sentido si alguien pretende encontrarte. El ejemplo supremo nos lo ofrecen Tudjman y su gran familia en un avión que vuela sobre Croacia. Consciente de los rumores de que muchos croatas llevan una vida desdichada y miserable, mientras él y sus compinches amasan una gran riqueza, Tudjman dice: «¿Y si lanzara un cheque por un millón de dólares por la ventanilla? Entonces al menos un croata, el que lo cogiera, sería feliz, ¿no?». Su aduladora esposa dice: «Pero Franjo, querido, ¿por qué no arrojas dos cheques de medio millón cada uno, y así tendrás a dos croatas felices?». Su hija añade: «¿Y por qué no cuatro cheques de un cuarto de millón cada uno, y harás felices a cuatro croatas?». Y así sucesivamente hasta que, al final, su nieto –el proverbial niño inocente que sin darse cuenta suelta la verdad– dice: «Pero, abuelo, ¿por qué simplemente no te tiras tú por la ventanilla, y así todos los croatas serán felices?».
SLAVOJ ŽiŽEK, Mis chistes, mi filosofía, Anagrama, Barcelona, 2015, traducción de Damià Alou, 176 págs.