Los niños de Sils-Maria toman a Nietzsche como objetivo de sus gamberradas


Hace unos años me enteré de que el dueño de la opulenta tienda de ultramarinos de Sils-Maria, el señor Zuan, conoció de niño a Nietzsche. Herbert Marcuse y yo lo visitamos, y fuimos recibidos amablemente en una especie de despacho. En efecto, el señor Zuan recordaba a Nietzsche. Nos contó que Nietzsche siempre llevaba un paraguas rojo, lloviera o no; seguramente, para protegerse de los dolores de cabeza. Una pandilla de niños, de la que formaba parte el señor Zuan, se divertía colocando piedrecitas en el paraguas cerrado que caían sobre Nietzsche cuando lo abría. Nietzsche salía corriendo detrás de ellos y los amenazaba con el paraguas, pero nunca los atrapó. Marcuse y yo pensábamos en qué situación tan difícil tenía que encontrarse el enfermo, que perseguía inútilmente a los fantasmas que lo atormentaban y al final incluso les daba la razón porque representaban la vida contra el espíritu; a no ser que la experiencia de la crueldad real lo confundiera en algunos filosofemas. El señor Zuan no recordaba más detalles, pero se ofreció a contarnos la visita de la reina Victoria; lo decepcionó que esto no nos interesara especialmente. Entre tanto, el señor Zuan ha muerto ya, nonagenario.


THEODOR W. ADORNO, Crítica de la cultura y sociedad I, Akal, Madrid, 2008, traducción de Jorge Navarro Pérez