Elena Garro llama a la madre de Octavio Paz y le notifica falsamente que a su hijo lo ha atropellado un coche


Sabido es que la primera mujer de Paz, la escritora Elena Garro, fallecida el mismo año que Paz, lo persiguió junto con su hija durante más de treinta años. En una ocasión, y ésta es una de las cien malicias de Garro, llamó a la madre de Paz (Josefina Lozano), que ya era una anciana, para decirle que a su hijo lo había atropellado un coche y que se encontraba gravísimo en un hospital. La mujer estaba a punto de desmayarse cuando entró su hijo en casa, y se quedó doblemente pasmada, ante la presencia incólume del moribundo y ante la voz de la Garro que, ignorante de la presencia de Paz, seguía, piadosa, con los detalles del accidente del hijo de doña Josefa. Recuerdo ahora otra anécdota que me contaron los Xirau, del mismo fondo: la Garro discutió con Ana María Xirau y no tardó en enviar un coche funerario para recoger el cuerpo de Ana María, además de no sé cuántos kilos de carne para el velorio. Sin duda para Paz lo terrible debe haber sido no solo la persecución paranoica de Garro sino de su propia hija. Es curiosa, aunque comprensible, la desaparición de ambas de la biografía de Paz: no habla de ellas cuando se refiere a su vida en Estados Unidos en los años cuarenta y tres al cuarenta y cinco, donde parece más bien que anda solitario, y no fue así porque tuvo que hacerse cargo hasta de una tía de la Garro que estaba enferma en Estados Unidos; y lo mismo en cuanto a su estancia en Japón.


JUAN MALPARTIDA, Al vuelo de la página: Diario 1990-2000, Fórcola, Madrid, 2011, pág. 423.